Imagina tu intestino como un pequeño ecosistema. Dentro de él, viven millones de microorganismos, como bacterias, que trabajan en equipo para ayudarte a digerir los alimentos. Entre estos microorganismos, encontramos a la E. coli.
La mayoría de las E. coli son como inquilinos pacíficos, realizando tareas importantes para tu organismo. Sin embargo, algunas cepas de esta bacteria pueden convertirse en «invasoras», causando problemas de salud.
¿Cómo se produce una infección por E. coli?
Por lo general, las infecciones por E. coli se adquieren al consumir alimentos o agua contaminados con heces fecales. Esto puede ocurrir si la carne no se cocina a la temperatura adecuada, si las verduras no se lavan bien o si el agua que bebes no es potable. Recientemente, por ejemplo, hubo un caso en el que algunas personas se enfermaron después de comer hamburguesas en McDonald’s, lo que generó una alerta sobre la importancia de seguir las normas de higiene en la preparación de alimentos. La investigación apuntó a un lote de cebollas en rodajas como el posible origen de la contaminación.
¿Cuáles son los síntomas ?
Los síntomas más comunes incluyen diarrea, a menudo con sangre, fuertes dolores abdominales, náuseas, vómitos y fiebre. En casos más graves, la infección puede provocar complicaciones como la insuficiencia renal.
¿Cómo prevenir una infección por E. coli?
La mejor manera de protegerte de una infección por E. coli es seguir buenas prácticas de higiene. Lava bien las frutas y verduras antes de consumirlas, asegúrate de que la carne esté bien cocinada, bebe agua potable y lávate las manos con frecuencia, especialmente antes de comer y después de ir al baño.
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