En verano, la Torre Eiffel experimenta algunos cambios debido a las altas temperaturas.
El hierro forjado, material con el que está construida la torre, se dilata con el calor. Esto provoca que la torre crezca unos 15 cm en verano comparado con el invierno.
La dilatación del hierro no es uniforme en toda la estructura, lo que provoca que la torre se incline ligeramente hacia el sur en verano. La inclinación es de unos 18 cm, pero es imperceptible al ojo humano.
Los peldaños de las escaleras también se dilatan con el calor, lo que hace que las escaleras se alarguen ligeramente. Para evitar que se deformen, las escaleras de la Torre Eiffel están diseñadas con juntas de dilatación.
Para garantizar la seguridad de los visitantes, se realizan algunos cambios en el funcionamiento de la torre en verano. Por ejemplo, se pueden cerrar algunos ascensores en los días más calurosos para evitar que se sobrecalienten.
En general, los cambios que experimenta la Torre Eiffel en verano son pequeños y no son motivo de preocupación. La torre está diseñada para soportar estos cambios y sigue siendo una estructura segura y estable.