Grigori Yefímovich Rasputín fue un místico ruso con una gran influencia en los últimos días de la dinastía Románov. Nació en Pokrovskoye, Siberia, en 1869, en el seno de una familia campesina. Desde pequeño, Rasputín se interesó por la religión y la espiritualidad. Se decía que tenía poderes curativos y que podía predecir el futuro.

En 1905, Rasputín conoció a la zarina Alejandra, esposa del zar Nicolás II. Alejandra estaba desesperada por encontrar una cura para su hijo, el príncipe Alexei, que padecía hemofilia. Rasputín afirmó que podía curar al príncipe y, efectivamente, sus métodos parecieron funcionar.

Rasputín se convirtió en un consejero cercano de la zarina y, a través de ella, en una figura influyente en la corte rusa.

Sus métodos, que incluían el baile frenético, la ingestión de grandes cantidades de alcohol y la supuesta capacidad de curar a través del toque, le valieron el rechazo de la nobleza rusa y de la Iglesia ortodoxa rusa.

Durante la Primera Guerra Mundial, Rasputín fue acusado de ser un espía alemán y de influir negativamente en el zar Nicolás II. En 1916, un grupo de nobles rusos, liderados por el príncipe Félix Yusúpov, asesinaron a Rasputín en el Palacio Yusúpov de San Petersburgo.

El asesinato de Rasputín fue un acontecimiento significativo en la historia de Rusia. Se considera que fue uno de los factores que contribuyeron a la caída de la dinastía Románov y a la Revolución rusa de 1917.

Rasputin sigue siendo una figura controvertida. Algunos lo consideran un santo, mientras que otros lo consideran un charlatán. Su influencia en la historia de Rusia es innegable, y su leyenda sigue viva hasta el día de hoy.