San Valero fue un obispo de Zaragoza, ciudad en la que nació en fecha desconocida, pero se sabe que murió el 29 de enero del año 315 desterrado en el Somontano de Barbastro. Sus reliquias fueron trasladadas a Zaragoza en el siglo XII y se veneran en la catedral de la ciudad.
Se cree que era de familia noble romana y que fue educado en la fe cristiana. Fue ordenado sacerdote y, posteriormente, nombrado obispo de Zaragoza.
Durante su episcopado, la ciudad de Zaragoza fue sometida a la persecución del emperador Diocleciano. Valero sufrió persecución por su fe, pero no dejó de predicar el Evangelio y de estar al lado de los cristianos perseguidos.
El dicho zaragozano «San Valero, ventolero y rosconero» hace referencia a la tradición de comer roscones (receta por si os animáis a prepáralo) en su festividad. Y a el viento llamado cierzo que es un elemento característico de la ciudad de Zaragoza, especialmente en invierno.
Se dice que era tartamudo, pero que, gracias a la oración, pudo superar predicar con elocuencia.
San Valero es el santo patrón de Zaragoza y su festividad se celebra el 29 de enero. En esta fecha, es tradicional comer roscones de San Valero. Desde 1992 se reparte un roscón gigante en la Plaza del Pilar entre todo el que allí se quiera acercar a hacer cola para degustarlo.